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¿Piensas luego sientes?

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En muchas ocasiones nos encontramos invadidos por emociones sin saber por qué. Sentimos alegría, tristeza, miedo… emociones que nos afectan positiva o negativamente a la hora de afrontar situaciones y decisiones personales. Todo el mundo conoce el poder de las emociones pero, ¿somos conscientes de por qué sentimos lo que sentimos?, ¿podemos manejar las emociones?

Normalmente leemos o escuchamos que el pensar de forma positiva nos hará sentir mejor, que los pensamientos negativos nos llevarán a un estado de ánimo bajo e incluso que pueden llevarnos a sufrir alguna enfermedad física o mental.

Si analizamos la secuencia de la génesis de los sentimientos nos encontramos con lo siguiente:

Situación – Interpretación – Emoción – Acción

¿Qué vemos en esta secuencia? Una persona se encuentra frente a una situación, algo que llama su atención. Percibe una realidad, pero realiza una interpretación de ésta: se pregunta el porqué ha ocurrido y se lo explica de una forma determinada, deduce, lo que le lleva a generar un sentimiento frente a esa situación. Así pues la interpretación que hacemos de esa situación, lo que pensemos, va a determinar que la vivamos de manera positiva o negativa y hará que decidamos realizar una acción u otra.

Por ello, si voy andando por la calle, me tropiezo y me caigo, la manera en que me sienta con esa caída dependerá de lo que yo haya interpretado de ese momento. Puedo sentirme ruborizada porque he notado que alguien me ha visto y «se está riendo de mí porque soy una torpe» o puedo sentirme divertida porque se está riendo de la manera en que me he caído, que he perdido el zapato… «No es porque sea yo, le podría haber pasado a cualquiera». Con esto podemos apreciar la importancia de lo que pensamos y nos decimos a nosotros mismos. Esta interpretación de los hechos marcará cómo me vaya a sentir conmigo misma después.

¿Cuál es el mecanismo por el cual los pensamientos se convierten en sentimientos?

Este mecanismo se explica a través de un proceso bioquímico. Cuando pensamos e interpretamos, nuestro cerebro, concretamente el hipotálamo, se activa y produce las hormonas en concordancia con lo que estamos pensando, generando la emoción correspondiente. Nuestro cerebro y sistema nervioso actuará en función de lo que estemos pensando y segregará las sustancias químicas que nos harán sentir más alegres o más tristes, dependiendo de las conexiones neuronales generadas en el pensamiento.

Hemos encontrado un artículo muy recomendable que habla de este proceso y nos ayuda a entender «cómo los pensamientos se convierten en enfermedades»:

http://evolucionconsciente.org/como-los-pensamientos-se-convierten-en-enfermedades/