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Empatía

empatia

El ser humano es un ser individual, único en sí mismo, su esencia es el YO. Pero al mismo tiempo somos seres sociales: nacemos y crecemos dentro de una sociedad y una comunidad formada por otros individuos, únicos también en sí mismos, algo que recpercute en la constitución de ese YO, de los comportamientos, pensamientos, creencias, maneras de relacionarse, etc. del mismo modo que nosotros influimos en los demás.

 Para vivir dentro de esta sociedad y establecernos en consonancia con este medio, poseemos distintas habilidades, que no sólo nos ayudarán a relacionarnos con los otros en armonía, sino que nos impulsarán a un mayor crecimiento personal.

 La empatía es uno de estos recursos de los que hablábamos. Se define como la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro o el sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

 Es la capacidad para percibir, comprender y entender las necesidades, sentimientos y pensamientos de otro individuo. En definitiva, “ponerse en el lugar del otro”. La empatía parte del axioma “yo podría ser tú”, por lo que nos hace ser capaces de situarnos en los sentimientos y la vivencia de la otra persona, siempre desde la otra persona.

 No debemos confundir Empatía con Simpatía. La empatía como hemos visto es la capacidad de comprender las emociones, conductas y representaciones mentales del otro. Sin embargo, la simpatía es un proceso emocional, se define como la inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua. La simpatía requiere de un contagio emotivo que se intercambia entre dos personas, mientras que la empatía exige una representación cognitiva compartida entre estas. Así pues, la simpatía se experimenta cuando sientes que una persona es afín a tu manera de pensar, a tus sentimientos o te da “buena espina”, produciéndonos esto un sentimiento parecido al cariño. La empatía requiere comprender los sentimientos y pensamientos del otro, de tal manera que nos ponemos en su lugar y en su realidad, independientemente de si compartes o no su forma de pensar.

 En el proceso terapéutico la empatía es un factor muy importante: es necesario que el terapeuta se desprenda de emitir cualquier juicio de valor sobre las conductas, pensamientos y sentimientos del paciente, para captar éstos desde el mundo individual de la persona, para comprender cuáles son las necesidades del paciente. Además de esto, el terapeuta ayudará a desarrollar la empatía en aquellos pacientes que tengan cierta dificultad con ella debido a que están circunstancialmente centrados en sí mismos.

 En definitiva, se trata de una cualidad fundamental para relacionarse con el mundo que nos rodea, reconocer y tomar consciencia de los sentimientos de la otra persona para poder tener una comunicación real y productiva. Sin embargo, no debemos olvidar que la base de la empatía se encuentra en el autoconocimiento personal. No seremos capaces de descubrir, reconocer y validar las emociones del otro, si antes no lo hemos hecho con nosotros mismos. Aprende a conocerte y a expresarte para captar y sentir las emociones ajenas.

Sonia Moreno.